Por Alejandra Cornejo

Cada vez que salgo con mi cámara en mano a disfrutar del maravilloso entorno que me rodea, sin ocuparme del tiempo ni del horario, sólo a disfrutar y observar lo que va apareciendo en el camino y llame mi atención, me he topado con otras personas en el mismo lugar. Pareciera ser que andar con una cámara fotográfica es señal de alguien amigable, amante de la naturaleza y de los animales; porque después de mirar mi cámara hay un saludo cordial, hablo en base a mi experiencia personal.

En más de una ocasión y sólo con un par de miradas, conectamos con algunas personas. A esa altura ya sé que “a ellos” les encantaría tener una fotografía de ese momento... y yo “estaría encantada de hacerlas”. Así que luego de preguntarles su respuesta inmediata ha sido: ¡Siii, por favor, que entretenido, gracias!...

Las fotografías tienen la maravilla de ser capturas atemporales, porque nos traen a tiempo presente emociones y sensaciones que ya vivimos e incluso olvidamos con el tiempo. Imágenes únicas e irrepetibles que pudimos capturar en ese segundo o minuto, porque estábamos en el momento y lugar perfecto. Pasa el tiempo y te encuentras con ellas, las fotos especiales, las que nos gustan más, las que quedaron perfectas; y nos vuelven a llenar el corazón: un bello paisaje, una maravillosa puesta de sol, un amanecer, la persona que amamos, las patitas pequeñitas de nuestros hijos, nuestras mascotas...

Mi historia personal con la maravillosa pasión fotográfica, en retrospectiva, ha estado presente desde que tuve dinero para ella. Recuerdo que con uno de mis primeros sueldos veraniegos compré la primera cámara familiar, una Canon roja maravillosa, la que miraba cada vez que pasaba por el local. La tuve en mente todo el tiempo hasta que la pude comprar. Esas fotografías aún están en los álbumes familiares y, claramente, las fotos que valían la pena revelar eran las que yo sacaba.

La conexión de mi esposo con la Naturaleza y la llegada de nuestras hijas nuevamente activó en mí esta afición y gracias a ella hoy tenemos bellas fotografías de su crecimiento, deportes, paseos, cumpleaños y eventos especiales. Nuestros álbumes familiares están llenos de historias y anécdotas escritas al lado de las imágenes, lo que los hacen únicos y entretenidos de ver.

Mis primeras fotografías sureñas son del bellísimo Lican Ray, porque fue nuestra elección de vacaciones por 9 o 10 años. Sus calles con tierra y piedrecilla volcánica, el Lago Calafquén, La Península, Playa Chica y Playa Grande, yo las sentía perfectas para disparar mi cámara una y otra vez.

Mi evolución personal está plasmada también en mi camino fotográfico: el desarrollo de mi paciencia, creatividad, desbloqueo de pendientes y, sobre todo, disfrutar el proceso tanto como el resultado final. Aceptar los tiempos de la Naturaleza y los ciclos de los animales con los que convivimos. Elegir no arreglar un alero, porque sé que llegaran a anidar golondrinas y chercanes... Reforestar nuestro bosque y plantar flores, todas las que les gustan a los colibríes y abejas.. Plantar frutales y ver cómo llegan las aves a comer, en vez de espantarlas... Todo ha quedado retratado con mi lente, cada fotografía es una historia para compartir.

Haber llegado al Taller de Cristian Larrere, acá en Villarrica, fue perfecto. Me permitió crecer en esta afición y empezar a aplicar conocimientos y técnica para mejorar mi Fotografía. También me hizo consciente de que yo ya utilizaba algunas sin saberlo. Pertenecer a la Comunidad Rayados por las Fotos es un aprendizaje diario, ya sea por mis propios logros o por los de mis compañeros, que increíblemente siento también como míos.

La manera que tiene Cristian de liderar este grupo sólo puede sacar lo mejor de cada uno, nos anima a superarnos y salir de nuestra zona de confort, a ponernos desafíos y desbloquear logros. Invita a la camaradería, al compartir y crear propuestas propias.

Cuando salgo a fotear, siento que quiero regalar con una imagen: una bella postal, un abrazo a la distancia, una energía positiva, la belleza de lo que me rodea, la energía de los colores, el espejo del cielo reflejado en cualquiera de estos bellísimos lagos y el Volcán Villarrica, que nos muestra a diario lo pequeños que somos.

En otras ocasiones y cuando conecto con estos modelos espontáneos, solo disfrutar el momento y en honor a la verdad... ganamos los dos, ellos se llevan unas bellas fotografías y yo hago lo que me fascina... FOTEAR.

Piruetas en el Calafquén, Lican Ray.
Baño inesperado, Villarrica.
Con su inseparable cleta, Villarrica.
Disfrutando el Puelche en familia, Lican Ray.
Amigos bajo la Luna Llena, Coñaripe.